El tercer cerebro y la inteligencia interdividual

EL TERCER CEREBRO Y LA INTELIGENCIA RELACIONAL

Francisco Mele[1]

Publicado 21 agosto 2021

LA CONSTRUCION DEL “YO-ENTRE DOS”. 

El Yo interdividuale no es un yo interindividual; es el yo que se construye entre dos yo que no sono autonomos, mas bien, se puede decir con palabras de Emanuel Lévinas, el yo que nace en el espacio del nosotros. No es otro distinto de mi o de ti, sino el yo que se elabora en el  encuentro entre yo y tu. Pero es tambien el yo que se “configura” en el espacio social, institucional y grupal. Por ejemplo el yo del hincha de futbol no es un yo autonomo, vive y sufre con la camiseta del club. El yo-argentino, el yo del empleado del estado , el yo del alumno o profesor del colegio Nacional o del colegio Del Salvador de Buenos Aires, el yo del medico o del cura, es un yo que trasciende los limites del sujeto y no desaparece devorado por la organización a la cual pertenece. Un anàlisis màs detallado lo estamos llevando a cabo a través de los estudios acerca de la gramàtica imputacional indiciaria que ha desarrollado el filosofo del derecho Jean-Marc Ferry. [1]Esta gramàtica nos puede ayudar a leer lo que estamos viviendo y a darnos cuenta que necesitamos reconstruir una nueva gramàtica incluyendo el web que ha determinado y està modificando nuestro mundo esterno e interno. No sabemos  como terminarà el romance que estamos viviendo y  que darà cuenta de los dias, de las horas, de los proyectos que hemos perdido y de las nuevas “reconfiguraciones” que tenemos que elaborar a partir de una mirada que se ha desplazado y tendrà que confiar siempre mas en la ciencia, en la tecnologia y sobre todo confiar en el “Dios Web” que todo ve, todo mira, que sabe de nosotros màs de los que nosotros sabemos de nostros mismos. El Dios Web esta construyendo una nueva creatura “El yo webizado”. En terminos de Ferry, la gramàtica iconica nos ofrecerà los indicios para observar y vivir este mundo, que por algunos momentos nos ha permitido de descubrir el YO-Humanidad, porque la pandemia sarà vencida cuando la mayor parte de la poblacion mundial se sienta segura de no ser agredida por el virus. Por otro lado, por un momento se ha pensado y rezado para que el enemigo esté bien y no nos contagie. Parecia que las guerras podian pasar en un segundo plano. Claramente se tratò de una ilusiòn del Espiritu, los conflictos, lamentablemente aumentan, porque para salir de la crisis economica algunos gobiernos  puntan en el incremento de la fabricacion y en la ventas de armas. Como dice un dicho popular, la industria quimica y la industria belica no van en crisis nunca. En  otro articulo he escrito que “los amigos te pueden traicionar, los enemigos no te traicionan nunca”, se necesita del enemigo para sobrevivir? Se puede vivir sin enemigos? Por ahora tenemos que combatir el enemigos de todos: el Covid. 

ARTÍCULO PUBLICADO EN “La notte stellata”, N 1, 2021. Revista de psicología y psicoterapia dirigida por Francesco Colacicco.

Resumen:El tercer cerebro se configura entre dos cerebros que interactúan, se encuentran o repelen i se interinfluenzan positiva o negativamente.

Las neuronas espejo del tercer cerebro se reflejan a través de una relación diádica entre sí en un proceso infinitamente mimetico, en el que es difícil arreglar y descubrir quién comenzó el proceso interactivo. La definición del cerebro conlleva el riesgo de un reduccionismo a través del cual uno quiere explicar al ser humano.

LA BIOPSICOSOCIOLOGIA

A partir de los estudios de René Girard y Jean-Michel Oughourlian, ha surgido una lectura muy particular sobre el comportamiento de las personas en un contexto psicosocial.

Esta lectura tiene sus raíces en la psiquiatría especialmente francesa, un punto de referencia necesario para entender e integrar los tres cerebros: el cognitivo, lo emocional y lo relacional.

Oughourlian y Eugène Webb argumentan que uno debe superar la idea de un yo mismo que está dentro de una A autónoma, un io-in-self insertado en una B autónoma, en favor de un yo construido y deconstruido entre dos. En cada encuentro con el otro, el “yo- entre-dos”  comienza a formarse desde la infancia. Cada uno de nosotros es el resultado de una serie de gestos y palabras de otros que han influido en nuestro yo a lo largo de nuestra historia. Andrew Meltzoff estudió la imitación de la infancia y descubrió que el niño no sólo imita los movimientos del experimentador y lo expresa, por ejemplo, en el movimiento de la lengua, sino que sobre todo imita y presta atención a la intención del experimentador. Estos descubrimientos, junto con los del equipo de Parma dirigido por Giacomo Rizzolatti y Vittorio Gallese sobre las neuronas espejo, llegan después de cincuenta años para confirmar la hipótesis de mimetico elaborada por René Girard. La hipótesis es que el deseo  mimetico está en la base de todas las formas de rivalidad, génesis de la violencia. Desde mis estudios de criminologia y de mi trabajo  en un hospital judicial, en una prisión y luego en instituciones juveniles, la teoría de René Girard me ha ayudado a encontrar una respuesta a la pregunta, por qué la violencia tanto socialmente como en la familia. Mi tesis doctoral había tenido en cuenta los crímenes familiares, estudios que había llevado a cabo entre finales de los años setenta y mediados de los ochenta.  Girard, que no era psiquiatra ni psicólogo, había descrito, a través del análisis de autores como Shakespeare, Dostoievski, Proust, Molière, Camus y otros, la génesis de la violencia causada por la rivalidad entre personajes literarios: los artistas anticipan descubrimientos científicos. [3]

Oughourlian argumenta que la mimesis es un descubrimiento significativo para entender la relación que hace que los sujetos se acerquen, entren en conflicto y repelan. El principio mimetico sería el equivalente a la ley gravitacional de Newton que responde a la pregunta: qué mantiene los cuerpos celestes juntos? qué impide que todos salgan de órbita? o lo que impide que la Tierra colisione con la Luna? y sobre todo también responde a la pregunta, por qué los humanos no caen o se despegan de la Tierra?

El principio  mimetico es la base del aprendizaje, de la auto-construcción del si mismo y de la relación interpersonal. En la teoría del tercer cerebro, que tiene en cuenta el principio mimetico,  el yo no es una monade cerrada en sí misma y que se relaciona con otras monades, sino que es una construcción en reconstrucción continua. Fácilmente el yo puede perder consistencia al conocer a otro o dentro de una institución, o disolverse en un grupo de pares o cuando viene asaltado por los fantasmas del pasado  o en el choque con figuras que lo suyugan. En esta perspectiva está surgiendo un tipo de relación que no es inter-individual, sino “interdividual”, porque en el encuentro del yo con otro se crea un movimiento inter-influenzal porque, no se sale igual despuès de haber entrado en una relaciòn con un otro significativo.  

Entonces el deseo  mimetico se activa, modifica y llega a condicionar los movimientos de cada uno de los sujetos que participan en la relación. La capacidad de tratar, entender y gestionar relaciones inter-individuales es parte de la inteligencia relacional. [4]

El tercer cerebro no es una entidad autónoma de los otros dos cerebros; hay una correspondencia continua entre estos tres cerebros que se determinan entre sí, y ninguno de ellos puede presumir su propia autonomía.

DALL’IO COVIZZATO AL SE RELAZIONALE

GLI ODIANTI: uniti dall’odio.

Quando l’odio è più forte dell’amore.

di

Francisco Mele

Convegno : Aspetti sociali della pandemia

organizzato dal Sindacato Italiano Lavoratori di Polizia – SILP

Presso la CGIL a Roma

30 giugno 2021

Questa pandemia mette in crisi l’individuo, la società, la famiglia e soprattutto rappresenta una minaccia a un sistema economico di cui ancora non possiamo prevedere le conseguenze sulla vita di ciascuno di noi. Questa situazione in cui fiducia e sfiducia si alternano scardinando l’idea stessa di comunità e di famiglia pone agli psicoterapeuti la domanda di come intervenire per aiutare gli altri che vivono questa crisi, perché noi psicoterapeuti non siamo fuori e liberi dalle stesse angosce.  Una figura significativa è stata Victor Frankl che nel campo di concentramento dove era rinchiuso è stato capace di aiutare tutti quelli che si rivolgevano a lui in quanto psicoterapeuta. Stiamo vivendo gli stessi problemi che vivono i nostri pazienti. Qui si mettono in moto le nostre competenze e soprattutto si sfidano le nostre diverse intelligenze: quella cognitiva, quella emotiva, l’intelligenza relazionale e soprattutto l’intelligenza spirituale, che non è legata a una particolare confessione religiosa. Essa è la risposta che mi do, prima come essere umano e poi come psicoterapeuta in relazione a tre domande fondamentali: Cosa significa per me la morte? Ha per me un senso la vita?  Come vivo il passaggio del tempo?  Dopo quasi un secolo Karl Jaspers ci può venire incontro: lui, che ha vissuto la tragedia del nazismo e della seconda guerra mondiale avendo una vita limitata dovuta a una malattia fin dall’infanzia, diceva che davanti alla morte siamo soli. Nella ricerca dell’essere sé stesso, Jaspers affronta il tema della libertà, ma soprattutto lo scontro delle situazioni limite in cui ciascuno riceve in contraccambio un rimando alla domanda dell’immanenza e della trascendenza. Davanti alla situazione limite dov’è l’uomo: nella natura, nel cielo stellato, o nella storia? L’angoscia di trovare quel muro della situazione limite che ci fa sentire che la terra si muove sotto i nostri piedi è sicuramente una delle esperienze più drammatiche. Quelli che, in questo periodo di Covid, sono tornati dai ricoveri dopo essere stati intubati per un periodo e attaccati all’ossigeno, non riescono a trovare parole per descrivere quello stato. Scrive Jaspers: “Noi diventiamo noi stessi, entrando a occhi aperti nelle situazioni limite”. Entrare con gli occhi aperti, con il pensiero lucido, da soli, è una sfida che sicuramente pochi mesi fa nessuno di noi avrebbe immaginato che potesse accadere.

Tanti che sono andati a curarsi negli ospedali si sono trovati a dover affrontare un percorso che nei sogni più angoscianti forse molti di loro non avevano mai vissuto. In questi casi, di fronte alla tragedia di non poter ricevere un minimo di conforto da qualcuno che si potesse toccare, vedere o sentire, sembra di dover dare ragione al pensiero del grande psichiatra tedesco.
Per ultimo, secondo me, il lavoro psicoterapeutico dovrebbe essere concentrato in questo periodo nel sostenere emotivamente e psicologicamente il personale sanitario che sta affrontando questa pandemia.[1] 


[1] Consultare sempre su www.psicologiacritica.it “Il terzo cervello e il Se relazionale” articolo pubblicato sulla rivista di La notte stellata, n1 2021. e “Gli anticorpi spirituali. Il Caduceo di Macrobio simbolo della medicina e della farmacia”. 

IL TERZO CERVELLO E IL SE RELAZIONALE

IL RORSCHACH DELLA NATURA

Il Soratte guarda la luce del Sole che si riflette sulla Luna

Francisco Mele

Questa pandemia mette in crisi l’individuo, la società, la famiglia e soprattutto rappresenta una minaccia a un sistema economico di cui ancora non possiamo prevedere le conseguenze sulla vita di ciascuno di noi. Questa situazione in cui fiducia e sfiducia si alternano scardinando l’idea stessa di comunità e di famiglia pone agli psicoterapeuti la domanda di come intervenire per aiutare gli altri che vivono questa crisi, perché noi psicoterapeuti non siamo fuori e liberi dalle stesse angosce.

IL TERZO CERVELLO potrebbe essere definito come la riconfigurazione che si viene a creare tra una soggettività e gli altri.

Il cervello che emerge dalla relazione con figure significative in positivo o in negativo.

Il cervello che si riconfigura nella massa mediante il contagio mimetico.

Le modifiche che avvengono in un soggetto sotto la pressione o le suggestioni di un altro o altri significativi.  

IL PRINCIPIO MIMETICO: è alla base di questi meccanismi, di queste variazione del se, e della trasformazione della percezione del se stesso.
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IL TERZO CERVELLO E L’INTELLIGENZA RELAZIONALE

Francisco Mele[1]

ARTICOLO PUBBLICATO IN “LA NOTTE STELLATA” , N 1, 2021

rivista di psicologia e psicoterapia diretta da Francesco Colacicco

Abstract : Il terzo cervello si configura tra due cervelli che interagiscono, che si incontrano o si respingono e si interinfluenzano positivamente o negativamente. 

I neuroni specchio del terzo cervello riflettono mediante un rapporto diadico il rapporto con l’altro in un processo mimetico all’infinito, nel quale è difficile fissare e scoprire chi ha iniziato per primo il processo interattivo[2].La definizione di cervello comporta il rischio di un riduzionismo biologista attraverso il quale si vuole spiegare l’essere umano.

LA BIOPSICOSOCIOLOGIA

A partire dagli studi di René Girard e di  Jean-Michel Oughourlian si è venuta a delineare una lettura molto particolare circa il comportamento delle persone nell’ambito  di un contesto  psico-sociale.

Questa lettura fonda le sue radici nella psichiatria soprattutto francese, punto di riferimento necessario per comprendere e integrare i tre cervelli: il cognitivo, l’emotivo e il relazionale.

Oughourlian insieme a Eugène Webb sostiene che si deve superare l’idea di un io-in-sé che si trova all’interno di un A autonomo, un io-in-sé inserito in un B autonomo, a favore di un io costruito e decostruito tra due. In ogni incontro con l’altro, l’ “io-tra-due” inizia a formarsi sin dall’infanzia. Ciascuno di noi è il risultato di una serie di gesti e di parole di altri che hanno influenzato il nostro sé nel corso della nostra storia. Andrew Meltzoff ha studiato l’imitazione infantile scoprendo che il bambino non solo imita i movimenti dello sperimentatore e lo esprime ad esempio nel movimento della lingua, ma soprattutto imita e presta attenzione all’intenzione dello sperimentatore. Queste scoperte, insieme a quelle del gruppo di Parma diretto da Giacomo Rizzolatti e Vittorio Gallese circa i neuroni specchio, vengono dopo cinquant’anni a confermare l’ipotesi mimetica elaborata da René Girard. L’ipotesi è che il desiderio mimetico ai trova alla base di tutte le forme di rivalità genesi della violenza. Da quando mi ero occupato di criminologia lavorando in un ospedale giudiziario, in carcere e poi in istituti minorili la teoria di René Girard mi ha aiutato a trovare una risposta alla domanda, il perché della violenza sia a livello sociale che  nell’ambito familiare. La mia tesi dottorale aveva preso in considerazione i delitti in famiglia, studi che avevo realizzato tra la fine degli anni Settanta e la metà degli anni Ottanta. Senz’altro Girard, che non era né uno psichiatra né uno psicologo, aveva descritto, attraverso l’analisi di autori come Shakespeare, Dostoevskij , Proust, Molière, Camus e altri,  la genesi della violenza provocata dalla rivalità tra  personaggi letterari: gli artisti anticipano le scoperte scientifiche.[3]

Oughourlian sostiene che la mimesi costituisce una scoperta significativa per comprendere il rapporto che fa sì che i soggetti si avvicinino, entrino in conflitto e si respingano. Il principio mimetico sarebbe l’equivalente della legge gravitazionale scoperta da Newton che risponde alla domanda: cosa tiene uniti i corpi celesti, cosa impedisce che ciascuno parta ed esca dall’orbita, oppure cosa impedisce che la terra ad esempio non si scontri con la luna, e soprattutto risponde anche alla domanda sul perché gli esseri umani non cadono o non si staccano dalla terra.

Il principio mimetico è alla base dell’apprendimento della costruzione del sé e del rapporto interpersonale, ma in questa teoria del terzo cervello l’io non è una monade chiusa in sé che si rapporta ad altre monadi, ma è una costruzione in continuo rifacimento. Facilmente l’io può perdere consistenza nell’incontro con un altro o all’interno di una istituzione, oppure dissolversi in un incontro con i fantasmi del passato che lo assalgono o nello scontro con figure prepotenti. In questa prospettiva si delinea un tipo di relazione che non è inter-individuale, bensì inter-dividuale, perché nell’incontro dell’io con un altro io si viene a creare un movimento inter-influenzale per cui non si esce mai dal rapporto allo stesso modo di come si è entrati.

Quindi il desiderio mimetico si attiva, modifica e viene a condizionare i movimenti di ciascuno dei soggetti che partecipano alla relazione. La capacità di affrontare, comprendere e gestire i rapporti inter-individuali fa parte dell’intelligenza relazionale.[4]

Il terzo cervello non è un’entità autonoma dagli altri due; c’è una continua corrispondenza tra questi tre cervelli che si determinano a vicenda, e nessuno di loro può vantare un’autonomia propria.


Il concetto di cervello come sede della percezione e del ragionamento è stato elaborato negli ultimi tre secoli. Nel 1664, per primo Thomas Willis, del gruppo di Oxford, pubblica un trattato di anatomia ponendo l’accento sull’importanza del cervello in rapporto al movimento, alla cognizione, alla memoria e alla percezione. Da questo momento il cervello diventa oggetto di studio da parte di neurologi e psichiatri. Fino a questa data la sede della percezione, della cognizione e dell’anima era il cuore. Nella civiltà egizia, durante il processo di mummificazione del Faraone il cervello veniva estratto dal naso e buttato via. Era il cuore che veniva conservato. Per Aristotele il cervello serviva a raffreddare le passioni. Anche Leonardo da Vinci non teneva conto del cervello. Per Cartesio il corpo e l’anima si trovavano nella ghiandola pineale, luogo privilegiato che regola il ciclo circadiano che riguarda il rapporto tra la luce e il buio. Per gli esoterici la ghiandola pineale era la sede del terzo occhio inteso come la fonte che permette di vedere la vera realtà. Dopo la scoperta del cervello, questo diventa la sede di tutte le azioni e di tutti i pensieri dell’uomo. Dobbiamo aspettare le scoperte di Antonio Damasio e di George Ledoux per differenziare il primo cervello cognitivo, sede dell’intelletto, del ragionamento cosciente da un secondo cervello che questi autori hanno definito il cervello emotivo. Gli studi sul sistema limbico hanno permesso di collocare lì le emozioni, i sentimenti e i diversi stati umorali. Senz’altro ancora oggi si pensa che sentimenti ed emozioni appartengano al cuore. “Va dove ti porta il cuore” è la rappresentazione e la raffigurazione di un pensiero pre-copernicano. Come si vede le teorie scientifiche fanno fatica a sradicare convinzioni così forti come quelle a cui stiamo assistendo in quest’epoca della pandemia dove in piena esplosione del Covid ci sono delle persone che sostengono che si tratti di un’invenzione di un potere politico che vuole togliere le libertà. Prima di passare al concetto di terzo cervello è utile riflettere sul secondo cervello in quanto poter differenziare emozioni, sentimenti e stati umorali per poter essere in grado di attivare quello che Daniel Goleman ha definito “l’intelligenza emotiva” intesa come la capacità di “motivare sé stesso nel persistere e nel perseguire un obbiettivo nonostante le frustrazioni; di controllare gli impulsi e rimandare la gratificazione; di modulare i propri stati d’animo evitando che la sofferenza ci impedisca di pensare; e ancora, la capacità di essere empatici e di sperare”.

In questa teoria si afferma che abbiamo una mente che pensa e una che sente. Si tratta di due facoltà semi-indipendenti, in quanto si verificano due circuiti cerebrali distinti e interconnessi. La mente emozionale può travolgere la mente razionale. Il secondo cervello è costituito dal sistema limbico, che comprende la corteccia pre-frontale, in particolare la regione ventro-mediana del lobo frontale, l’ipotalamo, il giro, l’amigdala e le strutture della base del telencefalo. L’amigdala è la sede della memoria emotiva. Per Goleman ci sarebbero due tipi di memoria, una cognitiva, propria del primo cervello e una affettiva del secondo cervello. Da chiedersi se si ipotizza una terza memoria, relazionale, propria del terzo cervello. Senz’altro quando assomigliamo a qualcuno nei gesti, nella voce o nei pensieri. Come ad esempio il bambino adottato, che fa dire “si vede che ha preso tutto da suo padre”. 

Il primo cervello è dotato di un sistema specchio che sovrintende all’attività propria della neo-corteccia razionale. Anche il secondo cervello è dotato di un sistema specchio, che spiega l’empatia, la compassione, la trasmissione e il contagio e la condivisione dei sentimenti, delle emozioni e degli umori.

È utile differenziare le emozioni – lo stress, l’angoscia, la collera, la gioia, la paura, il disgusto ecc. – dai sentimenti – l’amore, l’odio, la tenerezza, l’invidia, la gelosia, il risentimento ecc. – dagli umori – l’euforia, le eccitazioni, la depressione, la letargia, l’esaltazione e la depressione, l’accelerazione o il rallentamento -. 

Nel rapporto con l’altro, con la natura e con sé stesso il soggetto sperimenta delle emozioni, dei sentimenti e degli stati umorali che chiamano in causa il primo cervello che dovrà giustificare o negare l’attivazione del secondo cervello. Oughourlian scrive che il secondo cervello e il primo offrono al terzo cervello il guardaroba che permette al desiderio di mostrarsi secondo diverse configurazioni. Alla base del desiderio mimetico ci sono l’azione e l’incontro con il mondo e soprattutto il passaggio dalla materia alla consapevolezza propria della coscienza. Attraverso il desiderio mimetico l’uomo neuronale diventa uomo sociale o politico nella terminologia di Aristotele. I precursori di questa teoria, secondo l’autore, sono soprattutto Spinoza e Freud. Spinoza scrive nel libro III dell’Etica intitolato Origine e natura degli affetti: “Se immaginiamo che qualcuno ami, desideri o odi qualcosa che noi stessi amiamo, desideriamo o abbiamo in odio, per ciò stesso noi ameremo, desidereremo questa cosa ecc. con maggior costanza(…) Per il fatto di immaginare che qualcuno ama qualcosa, anche noi ameremo la stessa cosa (…) gli uomini (…) hanno verso i loro simili maggior Amore o Odio che non verso le altre cose; e a questo si collega l’imitazione degli affetti”. “ Se immaginiamo che qualcuno goda di una cosa che uno solo può conquistare, faremo di tutto perché non la conquisti”.

Per Spinoza, l’affetto è un’azione e una passione, è ciò che i neuroni  specchio riflettono: le azioni e le emozioni dell’altro. Questo meccanismo in cui un soggetto cerca di strappare un oggetto a un altro che lo vuole, che in prima battuta poteva anche non interessargli, fa sì che il soggetto in questione faccia di tutto per averlo, come i bambini che vogliono sempre la palla o il giocattolo che l’altro bambino ha preso per primo.

Freud in “Psicologia della vita amorosa” descrive come una donna che non appartiene a nessuno è meno desiderabile di un’altra che è sposata e soprattutto di una donna di facili costumi.

La donna virtuosa difficilmente trova tanti amanti come la donna desiderata da tanti uomini.

La stessa cosa possiamo affermare nei confronti degli uomini che hanno successo con le donne. Più un uomo è desiderato da tante donne, più una donna viene attratta con l’intenzione di rubarlo alle altre, vissute come rivali. Freud lascia i suoi studi sulla teoria mimetica e, come afferma Girard, rimane alle porte della scoperta del desiderio mimetico che va oltre il complesso di Edipo che ha segnato il percorso della psicanalisi.

La psicologia interdividuale  costituisce una vera rivoluzione epistemologica perché riesce a studiare l’io secondo una prospettiva che tiene conto dell’inter-influenza. L’io è il risultato dell’azione dei meccanismi mimetici che si concentrano:  sull’apparire,sull’avere,sull’essere , sul desiderio del modello

Oughourlian afferma che l’ “io è continuamente e uniformemente ricostruito dal meccanismo mimetico in seno al rapporto interdividuale”.[5]Questa ipotesi si basa sugli studi di Antonio Damasio che afferma che il sé ha una base neuronale e si tratta di uno stato biologico ripetutamente ricostruito. Al riguardo scrive: “Vi sarebbero (…) stati successivi dell’organismo, ognuno con una rappresentazione neurale nuova, in mappe multiple  concertate, momento per momento, e ognuno tale da fissare il sé che esiste in quel momento”.Più avanti lo stesso autore sostiene che “lo stato del sé viene decostruito da cima a fondo in ogni momento: è uno stato di riferimento evanescente, di continuo ricostruito con tale coerenza che il possessore non se ne accorge mai”.

IL TEATRO COME LUOGO DI RAPPRESENTAZIONE DELLA VITA

Sul meccanismo mimetico, René Girard trova nel teatro il luogo più interessante per analizzarlo e studiarlo. Il suo libro “Shakespeare – il teatro dell’invidia”  è un trattato pratico e teorico che mette a nudo il concetto di mimesi. Il teatro per tanti pensatori era considerato un luogo pericoloso in quanto la potenza della mimesi poteva influenzare lo spettatore sia nel volersi immedesimare con qualcuno dei personaggi oppure capire come la mimesi scopre i meccanismi propri del conflitto umano. In Italia il regista e maestro Orazio Costa sin dagli anni Quaranta inizia ad applicare la mimesi come strumento, metodo e tecnica per la formazione degli attori. In precedenza abbiamo sostenuto che l’arte anticipa le scoperte scientifiche. In questo senso il maestro Costa indica senza ancora aver teorizzato la via della mimesi come base per l’apprendimento.

Il metodo mimetico di Costa riporta anche la scoperta da parte di Gregory Bateson nei suoi studi sul comportamento animale, in cui due cani capiscono la differenza tra il giocare e il litigare, come se ci fosse l’indicazione “questo è un gioco”. Costa comincia a fare teatro giocando con i fratelli. Il metodo mimetico come metodo di apprendimento coincide anche con la massima di Bateson sull’imparare ad apprendere che si allontana dai metodi di imitazione da parte dell’allievo nei confronti del maestro o dell’attore definito “mattatore”. Nessun allievo di Costa assomiglia nel recitare al suo maestro[6]e neanche ai suoi compagni di corso; ciascuno sviluppa un proprio indirizzo giocando a scoprire e a scoprirsi come un io in continuo rifacimento. Questo metodo di insegnamento integra gli aspetti personali dell’attore e del gruppo che ha una funzione importante nel processo di apprendimento, perché quando, dopo i diversi esercizi, si arriva alla parola ovvero si fanno parlare i personaggi dell’autore,  a questo punto i tre cervelli sono interconnessi attraverso il metodo. Che il personaggio sia  la battuta mette in risalto la dinamica che si viene a creare tra gli attori che devono uscire da sé stessi per entrare in una dimensione dove ogni azione, verbalizzazione e movimento dipendono dal discorso degli altri personaggi, e anche lui in veste di personaggio influenza l’azione degli altri. In questo contesto nessuno può agire autonomamente. L’interpretazione di un personaggio va oltre il personaggio stesso in quanto ogni attore dà un proprio stile all’interpretazione. In ogni rappresentazione l’attore modifica sé stesso; un terzo elemento interviene, lo spettatore, che non è una figura passiva, ma interloquisce in relazione allo spettacolo attraverso il suo giudizio. L’attore ogni sera recita in modo diverso senza accorgersene, perché il pubblico è diverso e interloquisce in maniera differente. 

Il metodo mimetico è un buon esercizio non solo psicologico ma anche sistemico non solo per gli attori ma per chiunque voglia conoscere un modo di essere sé stesso in rapporto agli altri, e quindi a conoscere un meccanismo che appartiene a tutti gli esseri umani.

Questo metodo mimetico io stesso insieme a Maricla Boggio[7]l’ho applicato in una comunità terapeutica per doppia diagnosi nel Torinese[8], permettendo ai partecipanti di sperimentarsi in relazione profonda con gli elementi della natura: il fuoco, l’aria, l’acqua, la terra, come lavoro singolo e di gruppo. 

Il lavoro realizzato da Orazio Costa sull’“Amleto”[9]è stato una vera prova rivoluzionaria nella formazione degli attori perché ha messo in luce il rapporto stretto tra il frammento e il tutto, tra l’individuo e il sistema. Ogni attore non solo studiava la sua parte, ma doveva anche interpretare tutti i personaggi del testo shakespeariano. Questa modalità permette a ciascuno di rispondere alla questione relativa a come io mi vedo, come credo che gli altri mi vedano e come in realtà io sono. Poter uscire dal personaggio scelto per interpretare l’altro e a sua volta in coro ogni personaggio è uno sforzo enorme di identificazione e di dis-identificazione. Si tratta quindi, per analogia, di non rimanere cristallizzato in uno dei tanti personaggi che nella vita rappresentiamo secondo i contesti in cui ci muoviamo. Non siamo gli stessi quando si va al lavoro o quando di notte si gira nella movida della città o in discoteca. A volte è difficile riconoscere la stessa persona che al mattino troviamo a servirci al banco del forno dove andiamo a comprare il pane e vederla di notte con gli amici in una piazza affollata. Tanti attori hanno confessato la difficoltà che trovano nel doversi staccare da un personaggio dopo una lunga frequentazione con esso.

L’esercizio costiano utilizzato nelle prove dell’”Amleto”[10]è durato due anni improntati al metodo mimetico e altri due relativi alle scene della tragedia, per poi debuttare al Festival di Taormina.

Uno degli attori ci ha raccontato la tensione di ciascuno di loro perché alla prima nessuno sapeva quale ruolo avrebbe interpretato. A ciascuno degli attori prima di entrare in scena Costa assegnò il personaggio o la situazione corale che avrebbe dovuto sostenere. 

L’intuizione del metodo mimetico da parte del maestro Costa coincide con gli studi di René Girard e dei suoi collaboratori come Guy Lefort e Jean-Michel Oughourlian, ma soprattutto può essere spiegata a livello biologico a partire dalla scoperta dei neuroni specchio. Sarebbe interessante anche studiare con le tecniche delle neuro-immagini come si attivano i diversi cervelli negli attori che a turno passano da un personaggio all’altro. In sintesi, l’esercizio permette a ognuno di uscire da sé, guardarsi da un altro punto di vista e tornare a sé. Allo stesso modo fanno gli astronauti quando dall’alto scoprono la terra che tutti noi non riusciamo a vedere pur restando su di essa. Ci sono volute centinaia di anni di ricerca per scoprire che l’oggetto che permette il pensiero – il cervello – si rendesse conto che è prodotto da esso.

LE DECLINAZIONE DELL’ALTRO  Il modello, il rivale, l’ostacolo

Oughourlian, seguendo Girard, differenzia il desiderio mimetico che si può posizionare sull’apparire,  nel senso di voler copiare il modello preso in considerazione, oppure sull’avere, nel senso di volersi appropriare di quello che il modello ha, e che è una fonte di conflitto.

Invece il posizionarsi sull’essere dell’altro può avere un effetto positivo in quanto si tratta di immedesimarsi in un modello che ti in-segna come imparare ad imparare. Ma voler essere come il modello può costituire una minaccia nel desiderio di sostituirlo e di occupare il suo posto. Il conflitto fra il maestro e l’allievo prediletto può a volte sfociare in una rottura senza riconciliazione. L’altro aspetto del desiderio è quello di osservare e rispondere al desiderio del modello stesso. Il soggetto segue il desiderio del modello con gioia quando gli viene indicata una strada percorribile. Invece il desiderio del modello può diventare un ostacolo per il raggiungimento di tale desiderio, perché il soggetto può entrare in una situazione di opposizione nel seguire quello che il modello gli indica. 

Quando il desidero assume l’altro come modello senza che ci sia rivalità, siamo nell’ambito dell’apprendimento e dell’amicizia: situazioni di imitazione-suggestione reciproca e continuativa. Per questo gli amici scelgono e desiderano le stesse cose. Nel processo dell’apprendimento partecipano sia l’allievo sia il maestro. Il termine “cursore mimetico” di Oughourlian è uno strumento utile per segnalare quale delle tre declinazioni dell’altro predomina nella relazione interdividuale. 

La relazione mimetica riverbera i suoi effetti sui cervelli corticale e limbico. Come abbiamo segnalato prima, il soggetto prenderà – come scrive Oughourlian – gli abiti dal guardaroba del primo cervello per giustificare le sue azioni con razionalizzazioni economiche, politiche, morali o religiose. Invece dal guardaroba del secondo cervello – prosegue a scrivere l’autore –  il soggetto indosserà i vestiti che hanno a che vedere con le emozioni, con i sentimenti e con gli stati d’animo.

La teoria mimetica è un contributo notevole per comprendere l’intelligenza collettiva che nella maggior parte dei casi riesce ad annullare quella individuale per imporsi senza possibilità di replica e di contestazione da parte dell’individuo. Lo studio sulla psicologia delle folle ha in Gustave Le Bon uno dei suoi più importanti autori; ma anche gli apporti di Freud, Erich Fromm e Hanna Arendt  sono stati illuminanti per comprendere  la nascita dei regimi totalitari. Non a caso Le Bon, ammiratore di Freud, paradossalmente diventa uno degli autori prediletti di Mussolini che, avendo compreso il meccanismo dell’induzione mimetica, riesce a governare le masse e a indicare loro il proprio desiderio.

Il terzo cervello è la piattaforma ideale di tutti gli scambi mimetici generata dal sistema specchio e costituita da migliaia di imitazioni e suggestioni che circolano continuamente dal cervello A e dal cervello B che a loro volta vivono in un continuo interscambio con altri cervelli, si rapportano a tante entità materiali e culturali in modo tale che, come sostiene l’autore, ciascuno di noi è un patchwork nel quale è scritto e segnato tutto il processo delle inter-influenze vissute. Il sistema specchio fa del terzo cervello una macchina di imitazione.

LA PEDAGOGIA PERSECUTRICELe memorie del presidente del Tribunale di Cassazione tedesco di Dresda, Daniel Paul Schreber, ha permesso a Freud di teorizzare sulla struttura della paranoia. Il presidente Schreber inizia a delirare e viene ricoverato in clinica nel momento in cui assume il potere massimo del sistema giuridico. Non è stato paziente di Freud, ma da queste memorie si costruisce una teoria che permette di dare una spiegazione a un disturbo mentale – la paranoia – che ha colpito una persona come Schreber, che sul primo cervello aveva raggiunto il più alto livello. Le ipotesi alla base del disturbo partono dal rapporto del malato con suo padre. Queste affermazioni vengono poi confermate con delle ricerche a posteriori fatte da altri studiosi, come Morton Shatzman, nel libro “La famiglia che uccide”, e Alice Miller autrice de “La persecuzione del bambino”. Nel nostro lavoro ci interessa comprendere l’influenza negativa di questo padre su di un figlio che a un certo punto della vita, nel momento massimo del suo successo,  comincia a delirare. Il padre di Schreber, Daniel Gottlieb Moritz, medico e pedagogista, aveva ideato un sistema educativo conosciuto come “schrebergarten”, che era diventato famoso in Germania nella seconda metà del diciannovesimo secolo. Occorreva seguire un modello ideale che mettesse in risalto la resistenza fisica e psichica degli studenti. Il pedagogista aveva cominciato a provare il suo metodo con i suoi tre figli. I bambini dovevano esercitarsi a una rigida formazione che cominciava sin dal mattino, imponendo loro di mantenere un corpo diritto, e poi di affrontare il freddo con la forza della volontà; continuava con l’atteggiamento di rigorosa rigidità che i bambini dovevano mantenere a tavola. A pranzo e a cena non potevano appoggiare i gomiti sul tavolo, venivano loro imposti dei bastoncini metallici appuntiti che gli impedivano di abbassarli quando stavano mangiando. Per mantenere la schiena diritta venivano messe due sedie dove in una il bambino appoggiava i piedi e nell’altra la testa: era quindi obbligato a mantenere una posizione rigida. A causa di questa educazione uno dei figli, Daniel Gustav, si suicida e gli altri due diventano pazzi. I maschi avevano lo stesso nome del padre; il primo aveva studiato medicina e poi legge, il secondo diventa un importante giurista. Il problema è che generazioni di studenti in Germania e in altri paesi europei sono state in tante scuole sottomesse al modello pedagogico, così uniformante che  si può ritenere che forse il nazismo sia stato preparato sui banchi della scuola molto prima della sua affermazione politica.. 

La rivalità tra Nietzsche e Wagner[11]  In quanto al rapporto con il modello-ostacolo, la storia tra Nietzsche e Wagner è incalzante. Nietzsche, ne “La nascita della tragedia”, esprime un’ammirazione esagerata nei confronti di Wagner; lo riconosce come il suo modello assoluto insieme a Schopenhauer. Nelle sue lettere, sostiene che i momenti più belli della sua vita sono legati al nome di Wagner. Dal musicista tedesco, Nietzsche non è stato mai apprezzato. In questa rivalità, anni dopo, il filosofo, che anche lui aveva pretese di scrivere musica, comincia a criticare il maestro e non sopporta che la sua fama cresca sempre di più. Il collasso psicologico avviene quando Nietzsche si trova senza allievi, e a questo punto accusa Wagner di essere la causa della sua malattia. In questi scritti il filosofo afferma che non si deve seguire nessun maestro tranne che sé stessi. In una lettera a Paul Rée e  Andrea Lou Salomé  sostiene che l’arte del maestro ha degenerato nel suo “Parsifal”. Da quel momento della sua malattia, Schopenhauer e Wagner diventano i suoi antagonisti. L’altalena fra ammirazione e condanna lo ha fatto sprofondare nel delirio scrivendo nel 1888 all’amico  Karl Fuchs: “Dopo che è stato licenziato il vecchio Dio, sarò io d’ora in poi a vegliare nel mondo”. Dato che i tedeschi – sostiene il filosofo- sono stupidi nell’ammirare Wagner e a non capire la sua grandezza, in una lettera alla sorella Elizabeth scrive che la sua opera sarà apprezzata all’estero. Rimane un mistero per tutti noi come “delle personalità al limite” in tanti campi, dalla politica alla filosofia all’arte, abbiano avuto tanto riscontro nel trascinare delle persone verso convinzioni che confinano con la paranoia. La lista è interminabile. Forse il folle riesce a viaggiare nella profondità dell’anima e a estrarre dei pensieri talvolta geniali. Azione che fa sì che ciascuno prenda quei pensieri, li elabori, li critichi o li segua senza distanziazione. Il saggio dovrebbe essere colui che va a cercare nelle profondità del sé e tornare alla superficie senza perdere il senso di realtà.

Le dipendenze patologiche

Altre forme di disturbi che si trovano nell’ambito dell’intelligenza relazionale interdividuale e mimetica sono l’anoressia, la bulimia, la tossicodipendenza e altre manifestazioni di dipendenza affettiva o tecnologica.

L’anoressica sconvolge –sostiene Girard- il bisogno e l’istinto; si tratta di un chiaro esempio di rivalità mimetica. Si tratta di una lotta a morte con un modello di donna che la pubblicità non risparmia di riproporre sistematicamente come un fatto da imitare. L’anoressica prende sé stessa in ostaggio, per piegare la volontà altrui alla propria. La mia interpretazione, di collegare la diade anoressia-bulimia alla paura della guerra, della peste, delle tempeste climatiche, mi porta a una elaborazione metaforica al riguardo. Quando scoppiano delle crisi sociali o naturali, assistiamo alla corsa sfrenata per acquistare viveri in quanto la paura di morire di fame è atavica. In pochi giorni, quando arriva magari un tornado, i supermercati si svuotano e le case si riempiono di cibo. Allo stesso modo forse il bulimico accumula energie nel corpo pensando che nel momento di crisi può consumare i suoi grassi. L’anoressico si allena a non avere fame e quindi, quando capita una crisi, teoricamente non soffrirebbe l’angoscia di morire di fame: si è allenato tutta la vita. Un’altra forma più sottile di guerra interdividuale è quel tipo di anoressia bulimica che porta il soggetto a svuotare il frigo ogni sera per poi vomitare tutto il cibo, lasciandone privi gli altri. Allo stesso modo i contadini russi quando all’avanzata delle truppe naziste avevano bruciato le scorte degli alimenti. 

Interpretare le dipendenze secondo la teoria del terzo cervello significa tener conto della lotta che ciascuno affronta tra dipendenza e distacco dal processo interinfluenzale che caratterizza ogni rapporto interdividuale. La differenza, ad esempio, tra cocainomane ed eroinomane in rapporto al tema della competizione con il rivale riesce a eliminare  e a introdurre il sentimento di invidia. Il cocainomane, che vive in continua rivalità con un altro significativo oppure con tutti, ha bisogno della sostanza “in-sostanza” per entrare in gioco e cercare di eliminare e battere gli altri. L’eroinomane abbandona la lotta prima di cominciare, ma questo non significa che abbia superato il sentimento di invidia che lo attanaglia. Il fumatore di hashish o di altra forma di droga cerca di annebbiare il rapporto interdividuale, ma il fumo è anche un messaggio che rivolge a qualcuno che dovrà essere in grado di interpretare perché dove c’è fumo c’è fuoco; vuol dire che il terapeuta, rivolgendosi a quelle energie che stanno sotto, può attivare e riconoscere la lotta del soggetto per sopravvivere.

Conclusioni: questa pandemia mette in crisi l’individuo, la società, la famiglia e soprattutto rappresenta una minaccia a un sistema economico di cui ancora non possiamo prevedere le conseguenze sulla vita di ciascuno di noi. Questa situazione in cui fiducia e sfiducia si alternano scardinando l’idea stessa di comunità e di famiglia pone agli psicoterapeuti la domanda di come intervenire per aiutare gli altri che vivono questa crisi, perché noi psicoterapeuti non siamo fuori e liberi dalle stesse angosce.  Una figura significativa è stata Victor Frankl che nel campo di concentramento dove era rinchiuso è stato capace di aiutare tutti quelli che si rivolgevano a lui in quanto psicoterapeuta. Stiamo vivendo gli stessi problemi che vivono i nostri pazienti. Qui si mettono in moto le nostre competenze e soprattutto si sfidano le nostre diverse intelligenze: quella cognitiva, quella emotiva, l’intelligenza relazionale e soprattutto l’intelligenza spirituale, che non è legata a una particolare confessione religiosa. Essa è la risposta che mi do, prima come essere umano e poi come psicoterapeuta in relazione a tre domande fondamentali: Cosa significa per me la morte? Ha per me un senso la vita?  Come vivo il passaggio del tempo?  Dopo quasi un secolo Karl Jaspers ci può venire incontro: lui, che ha vissuto la tragedia del nazismo e della seconda guerra mondiale avendo una vita limitata dovuta a una malattia fin dall’infanzia, diceva che davanti alla morte siamo soli. Nella ricerca dell’essere sé stesso, Jaspers affronta il tema della libertà, ma soprattutto lo scontro delle situazioni limite in cui ciascuno riceve in contraccambio un rimando alla domanda dell’immanenza e della trascendenza. Davanti alla situazione limite dov’è l’uomo: nella natura, nel cielo stellato, o nella storia? L’angoscia di trovare quel muro della situazione limite che ci fa sentire che la terra si muove sotto i nostri piedi è sicuramente una delle esperienze più drammatiche. Quelli che, in questo periodo di Covid, sono tornati dai ricoveri dopo essere stati intubati per un periodo e attaccati all’ossigeno, non riescono a trovare parole per descrivere quello stato. Scrive Jaspers: “Noi diventiamo noi stessi, entrando a occhi aperti nelle situazioni limite”. Entrare con gli occhi aperti, con il pensiero lucido, da soli, è una sfida che sicuramente pochi mesi fa nessuno di noi avrebbe immaginato che potesse accadere.

Tanti che sono andati a curarsi negli ospedali si sono trovati a dover affrontare un percorso che nei sogni più angoscianti forse molti di loro non avevano mai vissuto. In questi casi, di fronte alla tragedia di non poter ricevere un minimo di conforto da qualcuno che si potesse toccare, vedere o sentire, sembra di dover dare ragione al pensiero del grande psichiatra tedesco. Per ultimo, secondo me, il lavoro psicoterapeutico dovrebbe essere concentrato in questo periodo nel sostenere emotivamente e psicologicamente il personale sanitario che sta affrontando questa pandemia.[12] 


[1]Francisco Mele, Psicoterapeuta, Ph.D in psicologia clinica, Didatta del Centro Studi di Psicoterapia Familiare, docente di Sociologia della Famiglia presso l’Istituto Progetto Uomo sede aggregata dell’Università Pontificia Salesiana.

[2]Nella prospettiva del terzo cervello si può ipotizzare che “Il terapeuta  abbia la possibilità di guarire grazie al paziente”Frase che avevo messo in evidenza nel mio studio di Terapia Familiare al CeIS  -Centro Italiano di Solidarietà – di cui sono stato responsabile per più di trent’anni.

[3]La nascita del termine psicologia può essere fatta risalire al XVI secolo, con il tedesco Filippo Melantone, latinista e grecista. Per lui la psicologia era l’insieme di conoscenze filosofiche, letterarie e religiose sull’animo umano. Per inciso il termine del Melantone fu psychologia, e comparve nelle opere dei suoi discepoli Rodolfo GoclenioPsychologia (in greco) hoc est de hominis perfectione (1590),[4](Wikipedia)

[5]Jean-Michel Oughourlian, “Il terzo cervello. La nuova rivoluzione psicologica”, Marsilio, Venezia 2014. Pg. 82

[6]Allievi di Orazio Costa sono stati: Ninno Manfredi, Monica Vitti, Gian Carlo Gianni, Gian Maria Volonté, Andrea Camilleri, Luca Ronconi, Gabrielle Lavia, Luigi Lo Cascio, Alessio Boni, Fabrizio Gifuni, Pierfrancesco Favino. 

[7]Maricla Boggio, drammaturga, allieva del maestro Costa e poi insegnante all’Accademia Silvio D’Amico, ha pubblicato 5 libri sul metodo e ha realizzato dei film per la Rai, che si possono consultare sul sito  www.mariclaboggio.it 

[8]Comunità Terapeutica Fermata d’autobus, fondata e diretta da Raffaella Bortino. 

[9]Orazio Costa ha lavorato su “Amleto” di William Shakespeare con gli allievi dell’Accademia Nazionale d’arte Drammatica “Silvio D’Amico” addestrandoli alla mimica per due anni e per altri due anni provando l’intero testo sia con gli attori singolarmente che in coro. Maricla Boggio,  “Orazio Costa prova Amleto”, Bulzoni, Roma 2008. 

[11]Consultare F. Mele sul sito www.psicologiacritica.it“La rivalità tra Niezsche e Wagner” e “Guglielimina Walter pronipote di Wagner”. Guglielmina, pianista, è stata una delle prime paziente che vidi quando iniziai a 19 anni a frequentare come volontario e poi tirocinante un manicomio femminile a Buenos Aires. 

[12]Consultare sempre su www.psicologiacritica.it“Gli anticorpi spirituali”. Il Caduceo di Macrobio simbolo della medicina e della farmacia”.